Tras la pandemia y el inicio de la invasión rusa de Ucrania, la salud económica mundial parece estar mejorando. La economía china, las cadenas de suministros, así como los mercados de energía y alimentos, se están recuperando. Además, las políticas monetarias de muchos bancos centrales deberían frenar la inflación. EL FMI, en sus 'Perspectivas de la economía mundial', pronostica que el crecimiento global tocará fondo al situarse en el 2,8% este año, para luego aumentar ligeramente hasta el 3% en 2024.
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Las perspectivas económicas globales vuelven a ser inciertas en medio de turbulencias del sector financiero, una elevada inflación, los efectos de la invasión rusa a Ucrania y tres años de COVID-19.
EL FMI prevé que la economía global se desacelere en 2023 para luego repuntar el próximo año. Un débil crecimiento motivado, principalmente, por la lucha contra la inflación y la invasión de Rusia a Ucrania que lastran la actividad. Según el FMI, podríamos estar ante un punto de inflexión en el que el crecimiento toca mínimos y la inflación disminuye, debido, entre otros factores, a la adaptación a la crisis energética y la reapertura de China.
Cuatro economistas del FMI explican como un mayor protagonismo de la mujer en las finanzas digitales puede potenciar el rendimiento de las empresas y el crecimiento económico mundial.
Los vacíos de información impiden la comprensión del impacto de políticas climáticas; medidas como incentivos en la reducción de emisiones hasta normativas para disminuir riesgos y aumentar la resiliencia. Sin datos completos y comparables, es imposible saber lo que funciona y dónde se necesitan correcciones. Esta es la advertencia de la 'Iniciativa sobre deficiencias de los datos del FMI', que busca generar estadísticas más precisas y adecuadas.
En un revelador análisis, el Fondo Monetario Internacional demuestra como los objetivos climáticos globales solo lograrían (en lugar del 25-50 % necesario) un recorte de emisiones del 11 %.
Los gobiernos se enfrentan a difíciles disyuntivas en un contexto de fuertes aumentos de precios de los alimentos y la energía. El Fondo Monetario Internacional analiza medidas fiscales para paliar la crisis.
La economía mundial afronta varios riesgos: una elevada inflación, la desaceleración en China y la invasión a Ucrania. Frente a este panorama, el FMI prevé que el crecimiento económico global se reducirá del 6,1% el año pasado al 3,2% en 2022.
Tras sufrir volatilidad civil y política, desastres naturales y la COVID-19, la región debe encaminar sus economías hacia un crecimiento sostenible sin descuidar las necesidades de sus ciudadanos.
El año pasado la región creció un 6,8% gracias a la recuperación comercial, al alza de precios de materias primas y a las buenas condiciones de financiamiento. Pero en 2022, este crecimiento se desacelerará hasta el 2,4%.
Vas a pagar un café y tu monedero electrónico no funciona. Otro día, tu aplicación de pagos no se abre porque la empresa que lo ofrece ha quebrado. Peor aún, ¿y si vives en un pueblo donde el dinero electrónico es el único acceso que tienes al sistema financiero? El FMI avisa que, con el crecimiento en el uso del dinero electrónico, los reguladores deben centrarse en la protección del consumidor y la integridad de los sistemas de pagos (en).
Con el aumento de la inflación y de la incertidumbre generada por ómicron, la nueva variante de COVID-19, muchos países se enfrentan a enormes desafíos económicos. El FMI recomienda dos estrategias principales: 1) que las autoridades monetarias sean claras con los cambios de políticas que plantean; y 2) que los mercados emergentes (pdf) amortigüen los incrementos en las tasas de interés de las economías avanzadas alargando el vencimiento de la deuda.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) nos advierte que la creciente demanda de energía limpia pueden dar lugar a un período de años de carestía del cobre, el níquel, el cobalto y el litio.
Convergencia económica es la diferencia, y reducción, entre los ingresos de los más ricos y de los más pobres. Para medirla, el FMI utiliza la relación entre el PIB per cápita de los países de América Latina y el de Estados Unidos. Antes de la pandemia, la media en la región de este coeficiente era el 25%, un nivel similar al de Brasil o Colombia. Pero, ¿vamos en dirección correcta? Algunos países sí (como Panamá), pero la mayoría no.
