En junio de 1981, científicos en los Estados Unidos informaron de la primera evidencia clínica de la enfermedad que más tarde pasaría a ser lo que se conoce como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida o sida. Su causa, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), se identificó en 1983.

Desde el inicio de la epidemia, en torno a 84,2 millones de personas han contraído la infección del VIH y alrededor de 40,1 millones han fallecido a causa de enfermedades relacionadas con el sida. En 2021, había 38,4 millones de personas con el VIH. El 54% de las personas que viven con el VIH son mujeres y niñas.

El VIH está presente en los fluidos corporales de una persona que ha contraído la infección (sangre, semen, fluidos vaginales o leche materna). Se puede transmitir a través de relaciones sexuales sin protección y también se propaga entre las personas que consumen drogas intravenosas con jeringuillas no esterilizadas, así como por medio de productos sanguíneos no controlados. Las madres pueden transmitirlo a sus hijos durante el embarazo, el parto o el amamantamiento si estas son seropositivas.

Tratamiento antirretrovírico

Durante las décadas posteriores, la tasa de infección de personas con VIH aumentó de forma drástica, al igual que lo hizo el número de fallecidos, pero un nuevo tratamiento antirretrovírico comenzó finalmente a prolongar la vida de aquellas personas que habían contraído el virus. 28,7 millones de personas accedieron a la terapia antirretroviral en 2021. Sin embargo, a pesar de que el número de nuevas infecciones por el VIH ha disminuido, todavía existe una cantidad inaceptable de nuevas infecciones, así como de fallecimientos relacionados con el sida que se producen cada año. En 2021, alrededor de 1,5 millones de personas contrajeron la infección del VIH y 650.000 murieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida.

El número de personas que contraen VIH han disminuido un 32% desde 2010 (un 52% entre los niños) y los fallecimientos asociados al sida han caído un 68% desde su punto más alto en 2004. 

Las desigualdades de género y las normas nocivas de género impiden poner fin al sida

Los efectos de las desigualdades de género suponen un riesgo para las mujeres frente al VIH, especialmente en el África subsahariana, donde las mujeres representaron el 63% de las nuevas infecciones por VIH en 2021. Las masculinidades nocivas están desanimando a los hombres a buscar atención. Mientras que el 80% de las mujeres accedían al tratamiento en 2021, solo el 70% de los hombres lo hacía. Seis de cada siete nuevas infecciones por el VIH entre los adolescentes de 15 a 19 años corresponden a niñas en el África subsahariana. Las niñas y mujeres jóvenes de 15 a 24 años tienen el doble de probabilidades de vivir con el VIH que los hombres jóvenes.

ONUSIDA

Las Naciones Unidas se han situado a la vanguardia de este progreso. Desde 1996, sus esfuerzos están coordinados por ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA. Esta es una innovadora iniciativa conjunta de la Organización de las Naciones Unidas, que aúna los esfuerzos y los recursos de 11 organizaciones del sistema de las Naciones Unidas para unir al mundo en la lucha contra el sida. Entre estas se encuentran ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y el Banco Mundial.

Objetivos para poner fin a la epidemia de sida

Objetivos de Desarrollo del Milenio

En el año 2000, durante la Cumbre del Milenio de la Asamblea General, los líderes mundiales establecieron unos objetivos específicos para detener y revertir la propagación del VIH. Los jefes de Estado y los representantes de gobierno aprobaron la Declaración de Compromiso en la Lucha contra el VIH/SIDA que estableció una serie de objetivos nacionales y acciones mundiales para revertir la epidemia. En 2002, se creó el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. En 2006, la Asamblea General realizó un examen de alto nivel del progreso realizado desde su sesión especial y aprobó así una Declaración Política de 53 puntos sobre el acceso universal a la prevención del VIH, el tratamiento, la atención y los servicios de apoyo.

Los líderes mundiales se reunieron en Nueva York para celebrar, en junio de 2011, la Reunión de Alto Nivel sobre el Sida de la Asamblea General. Las promesas que realizaron entonces definirían los siguientes pasos en la respuesta mundial al VIH.

En 2015, el mundo alcanzó los objetivos relacionados con el sida presentes en el sexto Objetivo de Desarrollo del Milenio: detener y revertir la epidemia de sida. Este destacado logro supone que, por primera vez, un objetivo de salud mundial se ha alcanzado e incluso superado. A mediados de 2015, el número de personas con acceso a terapia antirretrovírica alcanzó casi los 16 millones, el doble que cinco años antes.

El mundo ha detenido y revertido la propagación del VIH. Se ha conseguido disminuir la epidemia de forma drástica. Ahora la respuesta va más allá: acabar con la epidemia de sida para 2030.

Objetivos de Desarrollo Sostenible

Acabar con la epidemia de sida para 2030 es una parte integral de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que fueron adoptados unánimemente por los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015. Las lecciones aprendidas en la respuesta al VIH desempeñarán un papel fundamental en el éxito de muchos de los ODS; especialmente en el ODS 3, sobre salud y bienestar y en los objetivos relacionados con la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, así como con la reducción de las desigualdades, con las alianzas mundiales y con la creación de sociedades justas, pacíficas e inclusivas.

 

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